lunes, 3 de octubre de 2011

"EL DESEO EN EL CINE". SEGUNDO CICLO.




Según Locke el deseo es la ansiedad que surge como consecuencia de la ausencia de algo cuyo goce presente comprende la idea de deleite. Para Spinoza el deseo es simplemente el apetito acompañado por la conciencia de sí mismo.
¿Qué  es lo que nos arrastra? El sentirnos motivados por aquello que nos interesa, que nos atrae.  

Si yo fuera un antiguo poeta chino diría que el deseo es como un jarrón que el chorro de agua nunca colma, parecido al abismo y constitutivo de la materia del abismo. Afila toda espada y mella todo filo, enreda y desenreda, separa y fusiona todas las luces, disgrega y junta todas las tinieblas. A su fugacidad une su permanencia. Antes que apareciese el hombre estaba en todas las criaturas, y estará después, despeñándose una mil veces para encontrarse con su dualidad sin fondo, tan creadora como destructora. Es la sustancia agitadora de todas las dimensiones de la vida y de la muerte.
 Desiderium… desire… desexo… deseo… El único mantra que se escucha en el universo y que es como la vibración de fondo sobre la que se proyectan los ecos del big bang.
El cine no ha sido ajeno al deseo. Ha retratado como ningún otro las causas y las consecuencias que nuestras pasiones nos proporcionan. A través de un puñado de
películas revisamos este acercamiento. Pero las películas de este ciclo no son necesariamente películas de amor, no debemos confundir los términos. 
Es más facil desear que querer. Desear es más superficial e inmediato. Querer es más profundo y lejano. Aquel va a corto plazo, éste va a largo, con una visión amplia, que se sitúa en los aledaños del futuro.




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